Cuando se habla de errores ortográficos, suele pensarse que estos son exclusivos de niños y jóvenes en proceso de aprendizaje. Sin embargo, sorprende descubrir que ciertos errores de ortografía son tan frecuentes y persistentes que incluso una gran cantidad de adultos los cometen cotidianamente. Esta situación no solo afecta la percepción del nivel educativo, sino que puede tener consecuencias reales en ámbitos profesionales y personales, ya que una comunicación escrita precisa es fundamental para transmitir credibilidad y comprensión.
El fenómeno de la confusión entre «haber» y «a ver»
Entre todas las confusiones ortográficas, la mezcla entre las expresiones “haber” y “a ver” es, sin duda, una de las más extendidas en la población adulta de habla hispana. A simple vista, parecen similares, pero su uso y significado difieren completamente:
- “Haber”: Es un verbo auxiliar o un sustantivo que indica la existencia de algo o se utiliza para formar tiempos compuestos (por ejemplo, “tiene que haber una solución”).
- “A ver”: Es una locución formada por la preposición “a” y el verbo “ver”, y se emplea para solicitar que se muestre algo o expresar expectativa (“A ver si puedes ayudarme con esto”).
La facilidad con la que se confunden ambos términos reside en la similitud fonética y la falta de consciencia gramatical al escribir rápidamente o en entornos informales. Esta confusión puede alterar el sentido de una oración y, como señalan los expertos, se trata de uno de los errores ortográficos más recurrentes entre adultos, incluso aquellos con sólidos antecedentes académicos.
Otras equivocaciones frecuentes que persisten en adultos
Aparte del caso más emblemático, otras faltas ortográficas siguen apareciendo con asombrosa regularidad en textos escritos por adultos, aunque puedan resultar sorprendentes por su aparente sencillez:
- Uso incorrecto de la “h”: La confusión sobre cuándo utilizar la “h” inicial en palabras como “había”, “echo/hecho” o “hola/ola” sigue provocando dudas y errores constantes.
- Errores en el uso de las tildes: Las reglas de acentuación sobre todo en palabras agudas, llanas y esdrújulas, así como en monosílabos diferenciales (“tú/tu”, “él/el”), suelen olvidarse o desconocerse, generando ambigüedades y malentendidos.
- Confusión entre «b» y «v»: Es común encontrar intercambios arbitrarios de estas letras, en especial en palabras que no siguen una regla fonética claramente distinguible (“baca” en vez de “vaca”, por ejemplo).
- Errores en conjugaciones verbales: Cambiar la persona verbal o el tiempo correcto en frases como “yo fuistes” en vez de “yo fui” refleja la pérdida de atención a la estructura gramatical correcta.
- Uso indebido de las mayúsculas: Muchos adultos aún ponen mayúsculas después de una coma o en palabras que no lo requieren, como los días de la semana o los meses, algo que contradice las reglas del español.
Factores que explican la persistencia de estos errores
La permanencia de errores tan básicos entre adultos se debe a factores diversos:
- Fijación visual y carencia de práctica: La ortografía también se aprende a través de la memoria visual, un proceso que se debilita si no se trabaja de modo frecuente. Adultos que escriben poco, aunque lean con regularidad, pueden mostrar inseguridad al momento de escribir, sobre todo cuando la escritura a mano ha sido sustituida casi enteramente por la digital.
- Influencia de la oralidad: Muchos suelen escribir basándose en cómo suenan las palabras, en vez de recordar las reglas ortográficas. Esto es especialmente observable en plataformas digitales y redes sociales, donde la inmediatez prima sobre la corrección gramatical.
- Desinformación gramatical: Una formación gramatical deficiente o una instrucción escolar puntual, pero no constante, propicia que la corrección ortográfica no se consolide a largo plazo, especialmente en cuestiones que parecen “accesorias” como la puntuación o los acentos.
- Entorno digital: El uso frecuente de autocorrectores, abreviaciones en mensajes de texto y la aparición de modas lingüísticas en internet ha contribuido al relajamiento de las normas ortográficas, permitiendo que estos errores se perpetúen incluso en contextos más formales.
No se descarta que existan elementos de índole neuropsicológica en algunos adultos, como la dislexia o ciertos trastornos del lenguaje, pero la mayoría de los errores persisten por falta de costumbre o atención en la redacción.
¿Por qué importa la ortografía en la vida adulta?
En una era dominada por la comunicación instantánea, muchos restan importancia al correcto uso de la ortografía, minimizando su papel en la vida adulta. Sin embargo, escribir correctamente sigue siendo fundamental por varias razones:
- Proyección profesional: Un texto con faltas ortográficas puede minar la credibilidad de un profesional, limitar oportunidades de empleo o restar seriedad a propuestas y documentos oficiales.
- Claridad comunicativa: La ortografía adecuada ayuda a que los mensajes sean inequívocos, lo que reduce malentendidos y facilita acuerdos, instrucciones o cualquier intercambio informativo.
- Autoestima y percepción: Dominar la escritura influye positivamente en la autoestima y en la percepción que los demás tienen sobre las capacidades intelectuales y formativas de una persona.
En definitiva, aunque ciertas confusiones ortográficas, como la de “haber” y “a ver”, se mantienen asombrosamente vigentes entre los adultos, es posible superarlas con el ejercicio constante, la revisión atenta y la familiarización diaria con la escritura. La ortografía, lejos de ser un capricho, es la base sobre la que se cimenta el entendimiento en toda comunicación escrita, tanto en la vida personal como en la profesional. Persistir en el aprendizaje y la corrección es un desafío constante que trasciende edades y profesiones, y demuestra la importancia de la lengua como herramienta de construcción social.