La llegada de determinados meses en el calendario supone para muchas personas un incremento abrupto de los síntomas alérgicos relacionados con el polen. Estornudos, congestión nasal, ojos llorosos y la sensación de fatiga son solo algunas de las consecuencias que experimentan quienes padecen esta condición estacional. Pero, ¿por qué justo ahora se vuelve tan intenso el problema? La respuesta se encuentra en una intricada combinación de factores biológicos, climáticos y ambientales que explican el comportamiento de las plantas y la respuesta de nuestro organismo.
El papel del polen y la naturaleza de las alergias estacionales
El polen es un polvo fino producido por las plantas con flores, especialmente por ciertas especies de árboles, arbustos y hierbas. La alergia se produce cuando el sistema inmunológico reacciona de manera exagerada ante estas partículas que el cuerpo, erróneamente, identifica como una amenaza. Las plantas no polinizan todo el año, sino que cada especie libera sus granos de polen en momentos muy concretos. Por esta razón, enfermedades como la rinitis alérgica o fiebre del heno tienen patrones estacionales muy marcados.
En la primavera, el riesgo aumenta porque la mayoría de las plantas inicia su ciclo reproductivo. Sin embargo, no todas las personas son sensibles al mismo tipo de polen: algunas lo son a las gramíneas, otros a árboles como olivo, abedul o plátano de sombra, e incluso ciertos arbustos. Identificar a qué especie corresponde la alergia es crucial, ya que permite anticipar el periodo de mayor exposición y tomar medidas preventivas personalizadas.
Factores que impulsan el pico de polen en este momento
La temporada y la intensidad de la liberación de polen dependen de diversos elementos ambientales. Entre los más importantes destacan:
- Temperatura: Las plantas necesitan temperaturas suaves o cálidas para comenzar la producción de polen. Un ascenso térmico repentino, como ocurre con la llegada del buen tiempo, activa el proceso de polinización, liberando enormes cantidades de partículas al aire.
- Lluvias: La humedad acumulada durante el invierno o principios de la primavera favorece el crecimiento y vigor de la vegetación. Posteriormente, con la llegada del tiempo seco y soleado, las plantas polinizan de forma masiva, generando un repunte en los niveles.
- Viento: Los días ventosos esparcen el polen rápidamente a largas distancias, llevando las partículas incluso a zonas urbanas alejadas de focos vegetales, lo que multiplica la exposición y agrava los síntomas de quienes sufren alergia.
- Cambio climático: A raíz del calentamiento global, se ha observado que las temporadas de polen son ahora más largas, intensas y presentan inicios más tempranos. El aumento del dióxido de carbono y las temperaturas elevadas estimulan la producción de polen y prolongan la exposición anual.
Como resultado, este año se vive un aumento inédito en la presencia de partículas en el aire y una temporada alérgica especialmente intensa.
Calendario: ¿Qué pólenes predominan y cuándo?
Cada región y cada mes presentan un perfil distinto de polinización, dependiendo de las especies vegetales presentes y las condiciones meteorológicas. En los inicios de la primavera, predominan los pólenes de árboles como ciprés, plátano o abedul, mientras que en mayo y junio alcanzan su máximo las gramíneas y el olivo. Lugares con alta concentración de vegetación silvestre, parques, campos de cultivo o incluso áreas verdes urbanas pueden registrar valores muy altos en determinados periodos.
Tal como señalan los expertos, conocer exactamente la especie responsable de la reacción alérgica facilita anticipar el riesgo y adoptar estrategias preventivas. Por ejemplo, en Castilla y León y amplias zonas del interior peninsular este año se han reportado niveles de gramíneas superiores a 50 gramos de polen por metro cúbico, considerados como alto riesgo de aparición de síntomas para la población sensible.
Síntomas y repercusiones en la salud
A medida que aumentan los niveles, se intensifican los efectos sobre las personas alérgicas: estornudos frecuentes, congestión nasal, mucosidad, lagrimeo intenso y picor en ojos, garganta y piel. En ocasiones, quienes padecen asma experimentan empeoramientos y pueden requerir ajustes en su tratamiento médico. El impacto en la calidad de vida es significativo, ya que limita las actividades al aire libre e incluso puede alterar el sueño o el rendimiento laboral y escolar.
Recomendaciones para protegerse durante el pico de polinización
Reducir la exposición al polen es el método más efectivo para mitigar los síntomas de las alergias. Entre las principales recomendaciones de especialistas y sociedades científicas se encuentran:
- Consultar regularmente el calendario de polinización local para planificar salidas o actividades.
- Evitar ventilar la casa en las horas de mayor concentración (generalmente a primera hora de la mañana y al anochecer).
- Utilizar gafas de sol y mascarilla en exteriores en días ventosos o con altos niveles de polinización.
- Ducharse y cambiarse de ropa al regresar del exterior para eliminar partículas adheridas.
- Utilizar filtros antipolen en aspiradoras, sistemas de aire acondicionado y purificadores de aire en casa.
- Recurrir a tratamientos farmacológicos bajo prescripción, como antihistamínicos, corticoides nasales o vacunas específicas si el caso lo requiere.
Es importante recordar que las recomendaciones deben individualizarse según la sensibilidad de cada persona y el tipo de polen causante de la reacción. La consulta con un alergólogo permite establecer un diagnóstico y tratamiento óptimos, especialmente si los síntomas se agravan o se prolongan más allá de lo habitual.
En definitiva, la temporada de polen actual es el resultado de una interacción compleja entre biología vegetal, condiciones meteorológicas y fenómenos globales como el cambio climático. Conocer las causas, anticipar los periodos críticos y adoptar estrategias de prevención puede marcar la diferencia entre una primavera llevadera y una estación marcada por el malestar y las restricciones.