El cultivo del puerro en Galicia goza de una larga tradición, gracias al clima templado, lluvioso y los suelos ricos en materia orgánica de la región. Sin embargo, obtener una cosecha espectacular no es cuestión solo de plantar las semillas, sino de aplicar una serie de cuidados y técnicas adaptadas a las condiciones gallegas. Entre ellas, existen ciertos trucos y secretos que marcan la diferencia en la cantidad y calidad de los puerros recolectados a final de temporada.
Selección del terreno y preparación del suelo
El primer paso fundamental para un éxito asegurado es elegir el suelo adecuado. El puerro precisa de suelos ricos en materia orgánica, que sean profundos y sobre todo, bien drenados. Los suelos excesivamente arcillosos, muy habituales en algunas zonas gallegas, no son recomendables ya que pueden retener demasiada humedad, lo que favorece la podredumbre de los tallos. Para mejorar las características del sustrato, se aconseja:
- Realizar un buen laboreo para dejar la tierra suelta y aireada.
- Aportar cada año estiércol o compost bien maduro, nunca fresco porque el puerro lo tolera mal y puede atraer plagas o enfermedades.
- Efectuar binas y escardas frecuentes para eliminar malas hierbas y favorecer el desarrollo de las raíces.
La profundidad de siembra es crucial en esta hortaliza: se recomienda abrir un surco de 5 a 8 centímetros de profundidad y colocar los plantones a unos 15 cm de distancia entre ellos y de 20 a 25 cm entre filas. De este modo, se logra un equilibrio ideal para que cada planta crezca sin competencia y obtenga el máximo desarrollo.
El truco esencial: el aporcado
Uno de los secretos mejor guardados para lograr un puerro largo, grueso y bien blanqueado es la técnica del aporcado. Este procedimiento consiste en cubrir progresivamente el tallo con tierra a medida que la planta crece, formando un pequeño caballón. Este sencillo gesto tiene varios beneficios:
- Favorece el blanqueamiento del tallo al evitar el contacto directo con la luz solar, lo que confiere a los puerros un sabor más suave y agradable.
- Protege las raíces frente a las heladas y a la desecación en periodos secos, algo especialmente útil en el invierno gallego.
- Simplifica la cosecha, ya que el suelo está más suelto y permite extraer los ejemplares con facilidad.
Además, en invierno conviene realizar un acolchado con paja u hojas, protegiendo a los puerros de las bajas temperaturas y manteniendo la humedad regular del suelo, una condición que esta planta agradece enormemente.
Riego, clima y protección del cultivo
Galicia es conocida por sus lluvias, pero incluso en esta comunidad es esencial controlar el aporte de agua. El puerro requiere un suelo húmedo, nunca encharcado, para lo que la mejor opción es el riego frecuente y moderado, preferentemente por surcos o inundación ligera en vez de goteo, ya que esto facilita la operación de aporcado posterior.
La temperatura óptima para el crecimiento del puerro se sitúa entre 10º y 24ºC, aunque la planta tolera bien los descensos ocasionales en invierno, lo que la convierte en una excelente alternativa para el otoño e incluso para aprovechar el final del invierno en las zonas menos expuestas. ¿Cuáles son las actividades recomendadas para proteger el cultivo?
- Practicar el acolchado antes de las primeras heladas para garantizar una cosecha durante todo el invierno.
- Vigilar la aparición de plagas y enfermedades, aunque el puerro es, en general, una de las hortalizas menos afectadas. Los únicos enemigos relevantes en Galicia son la mosca de la cebolla y los trips, contra los que conviene revisar regularmente el estado de las plantas y extremar la limpieza del huerto.
Cosecha y conservación
El momento ideal para recolectar los puerros en Galicia es a partir de los 5 meses de la siembra. Para retirarlos del terreno sin dañarlos, es recomendable hacer palanca con una pala y tirar con suavidad del tallo, sujetando por la base de las hojas. Tras cosechar, se deben recortar las raíces y el extremo superior de las hojas verdes, obteniendo así un producto de excelente calidad y fácil conservación.
Si se han aporcado correctamente, los puerros podrán permanecer en el campo durante varios meses sin perder calidad, facilitando una recolección escalonada según las necesidades. No hay que olvidar que, gracias a esta forma de cultivo, los puerros gallegos alcanzan un tamaño y una blancura notable, características muy valoradas tanto en la cocina casera como en los mercados locales.
En conclusión, el éxito del cultivo radica en aplicar estos trucos clave: buena preparación del suelo, distancias adecuadas, aporcado regular, acolchado en los meses fríos y riego equilibrado. Adaptar estos cuidados a las condiciones específicas de Galicia permitirá sacar el máximo partido a esta hortaliza tan apreciada, disfrutando de cosechas espectaculares año tras año. Así, el huerto o la finca familiar se consolida como un espacio de producción sostenible y de gran valor nutricional, en sintonía con las tradiciones agrícolas gallegas y la riqueza culinaria de la región.