Alerta sobre el E464: el aditivo oculto en tu comida diaria y sus posibles peligros

El aditivo alimentario identificado como E464, conocido técnicamente como hidroxipropilmetilcelulosa (HPMC), es una sustancia que ha ganado presencia en la industria alimentaria gracias a sus múltiples aplicaciones funcionales. Este compuesto, derivado de la celulosa —una fibra natural de origen vegetal—, es ampliamente empleado como espesante, emulsionante y estabilizante. Su finalidad principal es mejorar la textura de los alimentos, proporcionar cremosidad y estabilidad, y hacer posible el desarrollo de productos industriales con una vida útil prolongada, sin que se alteren rápidamente sus cualidades organolépticas. La hidroxipropilmetilcelulosa se presenta como un polvo blanco, insípido e inodoro, soluble en agua pero insoluble en disolventes orgánicos, lo que facilita su incorporación en una variedad tan amplia de productos que va desde panes, bollería y salsas hasta preparados farmacéuticos y cosméticos.

Origen, función tecnológica y presencia habitual en los alimentos

La hidroxipropilmetilcelulosa es un derivado químico de la celulosa, obtenida principalmente de la madera o del algodón. Se produce mediante la sustitución controlada de los grupos hidroxilos de la celulosa por radicales de metilo e hidroxipropilo, dando lugar a una molécula semisintética con propiedades únicas en comparación con la fibra vegetal original. Este proceso permite que el E464 funcione de manera eficiente como:

  • Espesante: mejora la viscosidad de los líquidos, aportando cuerpo y una sensación agradable en boca a salsas, postres y sopas industriales.
  • Emulsionante: facilita la integración de ingredientes que normalmente no se mezclarían, como grasas y agua, manteniendo la uniformidad y apariencia del producto.
  • Estabilizante: ayuda a mantener los componentes del alimento integrados y homogéneos durante más tiempo, evitando la separación de fases.

Debido a estas propiedades, el E464 puede encontrarse en alimentos procesados tales como panes, pastelería industrial, helados, productos lácteos, salsas, aderezos, sopas instantáneas y comidas preparadas. Más allá de la industria alimentaria, se emplea en el sector farmacéutico para el recubrimiento de comprimidos y cápsulas, y en la cosmética como agente filmógeno y humectante.

¿Es el E464 un “aditivo oculto”? Etiquetado, regulación y percepción pública

Llamar al E464 un “aditivo oculto” responde más a la percepción de invisibilidad que a una falta real de transparencia. La legislación alimentaria europea exige que todo aditivo utilizado en productos comercializados sea correctamente etiquetado, bien con su nombre técnico (hidroxipropilmetilcelulosa) o con su número E (E464). No obstante, el desconocimiento general sobre lo que significan estos números y nombres químicos alimenta la sensación de que se trata de ingredientes misteriosos, especialmente cuando figuran junto a decenas de otros aditivos en productos ultraprocesados.

El consumo frecuente de productos industriales, repletos de aditivos y con listas de ingredientes poco claras, ha generado inquietud en parte de la población sobre su inocuidad, y dentro de esa discusión, el E464 suele no destacar tanto como otros aditivos señalados por su potencial riesgo, como ciertos colorantes o conservantes. Sin embargo, el hecho de aparecer en la categoría de aditivos alimentarios suele asociarse, en el imaginario colectivo, a peligros para la salud aunque esté regulado y sea considerado seguro en las dosis habituales.

Evaluación de seguridad y posibles riesgos para la salud

Desde la perspectiva toxicóloga y regulatoria, la hidroxipropilmetilcelulosa está catalogada como un aditivo de bajo riesgo. Evaluaciones realizadas por autoridades como la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) consideran al E464 seguro para el consumo humano, sin establecer una dosis máxima específica, dado que su absorción por el organismo es mínima y se excreta prácticamente sin cambios. Además, no se ha vinculado con efectos tóxicos, carcinogénicos ni reacciones alérgicas.

A pesar de esta calificación general de seguridad, sí existen preocupaciones en torno a ciertos espesantes y emulsionantes similares (como E466 o E480), que en estudios con animales han mostrado efectos sobre la microbiota intestinal y el metabolismo, alteraciones relacionadas con el desarrollo de síndrome metabólico, obesidad y enfermedades inflamatorias. Sin embargo, la evidencia actual sobre el E464 concretamente es limitada y no muestra riesgos significativos en humanos, aunque las dudas sobre los mecanismos de alteración de la microbiota por aditivos de esta familia generan debates científicos en curso.

Conviene destacar que algunos trastornos reportados, como malestares digestivos —por ejemplo, flatulencia o hinchazón—, suelen asociarse no tanto a toxicidad sino al efecto fibra no digerible que tiene la hidroxipropilmetilcelulosa, semejante al de otras celulosas y gomas vegetales presentes en gran cantidad en la dieta procesada. Dichos efectos son leves y reversibles.

En la industria, el E464 está autorizado por entidades reguladoras internacionales como la FDA (Estados Unidos) y la EFSA (Unión Europea), organismos que revisan periódicamente la literatura científica para actualizar posturas sobre límites seguros y advertencias particulares. Hasta la fecha, no se ha suspendido ni restringido su uso en la mayoría de los países del mundo.

Controversias, consumo acumulativo y recomendaciones

El verdadero desafío en torno al E464 y aditivos de características similares no es un riesgo aislado y demostrable, sino el consumo acumulado de aditivos en una dieta basada principalmente en alimentos ultraprocesados. Organizaciones independientes, como VSF Justicia Alimentaria Global, alertan sobre la relación entre dietas ricas en productos procesados y el aumento de enfermedades metabólicas y crónicas, señalando a los aditivos como posibles contribuyentes a estos efectos a largo plazo. Según su informe “Dame veneno: viaje al centro de la alimentación que nos enferma”, la suma de aditivos, más que su toxicidad individual, genera inquietudes de salud pública.

Ante esta realidad, las recomendaciones de salud pública promueven:

  • Priorizar alimentos frescos y mínimamente procesados como base de la dieta, limitando el consumo de ultraprocesados y, por ende, de aditivos.
  • Leer las etiquetas y familiarizarse con los números “E” y nombres químicos, para tomar decisiones informadas sin caer en alarmismo injustificado.
  • Diferenciar entre los aditivos regulados, con estudios exhaustivos y baja peligrosidad comprobada—como el E464—y otros cuya seguridad puede ser objeto de revisión científica continua.

De manera paralela, la industria alimentaria busca reducir gradualmente el uso innecesario de ciertos aditivos y apostar por formulaciones más limpias, en sintonía con la creciente demanda de productos naturales y etiquetas transparentes.

En conclusión, aunque el E464 no representa —según la evidencia disponible— un peligro directo o inmediato para la salud cuando se consume en las dosis habituales presentes en los alimentos, la exposición acumulada a una multitud de aditivos en productos ultraprocesados sí merece un análisis consciente y crítico, especialmente dentro de las tendencias modernas de consumo. La información, la regulación adecuada y la elección responsable siguen siendo las mejores herramientas para navegar el complejo mundo de los aditivos alimentarios.

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